En los primeros cincuenta años de
1800 cuando México recién se había independizado de España, tenía muchas
carencias de recursos económicos, existía un déficit por la disminución de la
actividad productiva afectada por las luchas de independencia y la fuga de
capitales españoles. El gobierno Mexicano fue ayudado con préstamos británicos,
que les llamaban empréstitos, se consiguieron con el fin de estabilizar el país.
Tiempo después al verse
necesitados de recursos y al agotarse los préstamos extranjeros , se recurrió a
prestamos internos con terratenientes o agiotistas, préstamos los cuales
garantizaban con las propiedades que les habían arrancado a los españoles que
fueron expulsados del territorio. Esto
fomento el latifundismo de una manera exponencial. Las negociaciones de las
propiedades con el valor de la venta dejaba mucho que desear, el gobierno poco
se beneficio al desprenderse de los bienes.
Con los recursos monetarios
escasos y al ver que la iglesia aparentemente emergía fortalecida y solvente de
la independencia, el gobierno le solicito préstamos, en donde la iglesia
respondió abriendo sus arcas , a veces graciosamente y a veces a la fuerza. Otorgo
préstamos con un interés de 5% anual, que en realidad es bajo, en comparación
de las tasas de intereses con las que prestaban los terratenientes que era del
6% hasta el 24% anual. La Iglesia exigía además garantías con las propiedades
importantes que tenia el gobierno en aquel entonces.
Es muy claro que la iglesia intervenía
en los asuntos financieros en el país, otorgando créditos a los comerciantes,
agricultores y mineros que los solicitaban, pero les exigía muchas garantías y
los condicionaba tanto en su producción como en su venta. Para equiparar cuanto
representaba la iglesia financieramente hablando,
en donde, por cada 200 reales prestados 199 eran por parte de la iglesia.
La iglesia manejaba su doctrina
como una manera de presión para recuperar sus préstamos o para condenar a los
deudores que no cumplían con lo pactado. Esa manera era muy común en aquella
época.
La Iglesia tenía otros ingresos
muy importantes como el Diezmo ( 10% de donación) , las obras pías (comprar el
perdón) y las capellanías (las ganancias generadas en sus fincas).
Quizás fue la coyuntura o quizás
la necesidad tan tremenda que tenían el gobierno para desarrollar sus
actividades, que cayeron en las garras de los préstamos eclesiásticos. El
gobierno contaba con una recuperación hacendaria muy precaria, solamente
imponía impuestos por importaciones y las exportaciones pero existía mucho
contrabando y mala administración de los puertos, eso ocasionaba un déficit económico
constante. Los grandes ingresos eran por la exportación de plata.
Según registros que se llevaban
por los obispados de la época, los cuales estaban mejor controlados que los
mismos del gobierno, se declaraba que la iglesia contaba con 44 millones de reales
y 16 millones en bienes. Sin tomar en cuenta las propiedades que tenían
gravadas por los prestamos otorgados.
El gobierno de México perdió California
o como en ese entonces se llamaba la Alta California, por no
pagar los intereses del 6% que tenia con los obispados de aquella región, ese
préstamo fue otorgado y demandado a Santa Anna, el cual en pocas palabras dio a
elegir al obispo que si quería pertenecer a México o a Estados Unidos y la
respuesta ya la sabemos.
Otras de los inconvenientes
era que, de por si era poco el recurso
en esos momento y la iglesia los manejaba casi en su totalidad, para que en
gran medida fueran a parar finalmente al Vaticano. Esto era el sentir de los nacionalistas,
que veía incorrecto el papel de la
iglesia en las finanzas, nos acabábamos de independizar de España y
continuábamos con el yugo de la Iglesia Romana.
La Constitución de 1857, fue muy
radical e ideolista, pero también adoptada y aplicada por otros países, que se
dieron cuenta que el papel de la iglesia debería de ser el de evangelizar o de
predicar la fe, nunca el de apoderarse de los recursos financieros, bienes de
las naciones o peor aun, imponer los gobernantes. Por lo que se considero que debería
de existir una separación de la iglesia en los asuntos políticos y económicos
de los países.
Algunos críticos de la época
decían que el gobierno al verse necesitado de dinero, vieron en los recursos
eclesiásticos una oportunidad, no tanto por sus ideas liberales o ideológicas
de libertad de culto, si no como oportunistas para apoderarse de la riqueza de
la iglesia.
¡Por eso zapatero a tu zapato!
que la iglesia se dedique a lo suyo que es la fé y la evangelización, y el
gobierno que se dedique a administrar los bienes para el bienestar de todos los
mexicanos.
C.P. Juan Manuel Rodríguez
Elizondo
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